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Geoingeniería para un clima desesperante
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Geoingeniería para un clima desesperante
Geoingeniería para un clima desesperante
Por Stephen Leahy, enviado especial
Publicado originalmente el 23 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.
Representación de las medidas de geoingeniería. Bruce Conway.
NAGOYA, Japón, oct (Tierramérica) - Delegados a la cumbre mundial de biodiversidad que se celebra en esta ciudad japonesa reclaman una moratoria a las investigaciones de ingeniería climática, como colocar espejos en el espacio que reflejen la luz solar y refresquen la atmósfera.
Por ingeniería climática o geoingeniería se entiende cualquier esfuerzo humano a gran escala para adaptar intencionalmente los sistemas planetarios al cambio climático.
Representantes de países de África y Asia expusieron su preocupación por los impactos de la geoingeniería en los ecosistemas y se manifestaron a favor de una prohibición de estos experimentos, reclamada por organizaciones no gubernamentales en la 10 Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB COP 10), que se celebra en Nagoya desde el 18 hasta el 29 de este mes.
Algunos de los experimentos propuestos son instalar gigantescas tuberías verticales en el océano para bombear agua más fría hacia la superficie, lanzar enormes cantidades de sulfatos a estratósfera para bloquear la luz del sol o arrojar sal marina hacia las nubes para aumentar su capacidad de reflejar los rayos solares.
En términos generales, hay dos terrenos de investigaciones en geoingeniería. El primero propone controlar la radiación solar, y el segundo se basa en absorber el dióxido de carbono de la atmósfera, para reducir la concentración de este gas de efecto invernadero.
En materia de radiación solar, algunas ideas se basan en liberar sulfatos a la atmósfera, o colocar miles de enormes espejos en el espacio para reflejar la luz del sol. En cuando al carbono, se habla de fertilización oceánica: arrojar hierro o nitrógeno al agua del mar para estimular el crecimiento de fitoplancton que a su vez absorba más gas carbónico y lo almacene en las profundidades.
"Algunos de los que proponen estas tecnologías piensan que es más fácil manipular el Sol que hacer que la gente viaje en autobús", dijo Pat Mooney, director ejecutivo del ETC Group, una organización no gubernamental con sede en Canadá.
"Los políticos de los países ricos ven a la geoingeniería como un plan B, que les evitaría tomar decisiones difíciles para reducir las emisiones que causan el cambio climático", declaró Mooney a Tierramérica.
"Es una estrategia política que aspira a que los países industriales queden libres de sus deudas climáticas", agregó.
Pero la geoingeniería ya no pertenece al reino de lo descabellado y se está convirtiendo rápidamente en objeto de serios debates científicos e intereses comerciales.
En 2007, Tierramérica divulgó la noticia de que la empresa estadounidense Planktos intentaba arrojar 100 toneladas de partículas de hierro en el océano Pacífico, cerca de las ecuatorianas islas Galápagos –consideradas un santuario para el estudio de la evolución de las especies--, sin consentimiento de Quito.
Si conseguía probar que esta técnica permitía absorber dióxido de carbono, Planktos esperaba vender créditos de carbono. El proyecto fue frenado y la empresa puso fin a sus experimentos en la zona.
Al año siguiente, el CDB acordó una suspensión a todas las pruebas de fertilización oceánica.
A comienzos de 2010, el órgano científico del CDB propuso prohibir todas las actividades de geoingeniería relacionadas con el clima.
Sin embargo, ante el fracaso de las negociaciones internacionales para reducir los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, se renovaron los intereses científicos y políticos en estos experimentos
La Royal Society de Gran Bretaña, que reúne a algunos de los científicos más destacados del mundo, defiende las investigaciones en geoingeniería.
"Nos oponemos a una moratoria porque no queremos restringir esas investigaciones", dijo John Shepherd, climatólogo del Centro Nacional de Oceanografía de la británica Universidad de Southampton y miembro de la Royal Society.
"El cambio climático puede llegar a un punto desesperante que requiera medidas desesperadas, y por lo tanto deberíamos tener listas algunas buenas investigaciones sobre lo que pueda ayudar", sostuvo Shepherd, autor del informe 2009 de la Royal Society sobre geoingeniería.
El estudio concluyó que estas técnicas pueden ser necesarias para enfriar el planeta si fracasan los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono.
Se necesita investigar para determinar los riesgos y la efectividad de todo proyecto de geoingeniería, dijo a Tierramérica.
Llevar a cabo ahora cualquiera de estos experimentos "sería increíblemente prematuro", sostuvo Shepherd. Ése es el punto de vista de su institución, agregó.
En noviembre, la Royal Society celebrará en Londres el simposio "Geoingeniería: tomar el control del clima de nuestro planeta".
Inyectar sulfatos en la atmósfera es atractivo para los políticos porque su costo es muy inferior al de reducir la huella de carbono, escribió Clive Hamilton, del Centro para la Filosofía Aplicada y la Ética Pública de la Universidad Nacional Australiana.
Aunque ningún país promueve la geoingeniería, reconoció Hamilton, estos planes "eluden la necesidad de elevar los impuestos a la gasolina, permiten un crecimiento aún más irrestricto y no representan una amenaza al estilo de vida de los consumidores", sostuvo el autor del libro "Requiem for a Species" (Réquiem para una especie).
El ETC Group documentó los avances de varias ideas para controlar el clima en su informe "Geopiracy: The Case Against Geoengineering" (Geopiratería: Los argumentos contra la geoingeniería), presentado el día 19 en Nagoya. Allí se pregunta "quién tiene derecho a fijar el termostato planetario".
"Los países en desarrollo entienden que para controlar el termostato mundial no pueden confiar en los países ricos que no redujeron sus emisiones", dijo Mooney.
Es imposible evaluar los impactos potenciales de estos experimentos, agregó.
Se necesita una moratoria a las investigaciones de ingeniería climática a cielo abierto para dar tiempo a un debate internacional sobre sus impactos en la biodiversidad, la sociedad y la economía, expresó.
Los delegados presentes en Nagoya discuten la redacción de una suspensión. Un representante de Brasil dijo a Tierramérica que éste se ha vuelto un tema importante, mientras países como Canadá se oponen firmemente a toda prohibición.
"La geoingeniería no es una solución al cambio climático", concluyó la activista Silvia Ribeiro, del ETC Group.
"Sólo podría considerarse en situación de emergencia, y por lo tanto nunca puede ser redituable ni parte de ningún mercado de carbono", dijo a Tierramérica.
Por Stephen Leahy, enviado especial
Publicado originalmente el 23 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.
Representación de las medidas de geoingeniería. Bruce Conway.
NAGOYA, Japón, oct (Tierramérica) - Delegados a la cumbre mundial de biodiversidad que se celebra en esta ciudad japonesa reclaman una moratoria a las investigaciones de ingeniería climática, como colocar espejos en el espacio que reflejen la luz solar y refresquen la atmósfera.
Por ingeniería climática o geoingeniería se entiende cualquier esfuerzo humano a gran escala para adaptar intencionalmente los sistemas planetarios al cambio climático.
Representantes de países de África y Asia expusieron su preocupación por los impactos de la geoingeniería en los ecosistemas y se manifestaron a favor de una prohibición de estos experimentos, reclamada por organizaciones no gubernamentales en la 10 Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB COP 10), que se celebra en Nagoya desde el 18 hasta el 29 de este mes.
Algunos de los experimentos propuestos son instalar gigantescas tuberías verticales en el océano para bombear agua más fría hacia la superficie, lanzar enormes cantidades de sulfatos a estratósfera para bloquear la luz del sol o arrojar sal marina hacia las nubes para aumentar su capacidad de reflejar los rayos solares.
En términos generales, hay dos terrenos de investigaciones en geoingeniería. El primero propone controlar la radiación solar, y el segundo se basa en absorber el dióxido de carbono de la atmósfera, para reducir la concentración de este gas de efecto invernadero.
En materia de radiación solar, algunas ideas se basan en liberar sulfatos a la atmósfera, o colocar miles de enormes espejos en el espacio para reflejar la luz del sol. En cuando al carbono, se habla de fertilización oceánica: arrojar hierro o nitrógeno al agua del mar para estimular el crecimiento de fitoplancton que a su vez absorba más gas carbónico y lo almacene en las profundidades.
"Algunos de los que proponen estas tecnologías piensan que es más fácil manipular el Sol que hacer que la gente viaje en autobús", dijo Pat Mooney, director ejecutivo del ETC Group, una organización no gubernamental con sede en Canadá.
"Los políticos de los países ricos ven a la geoingeniería como un plan B, que les evitaría tomar decisiones difíciles para reducir las emisiones que causan el cambio climático", declaró Mooney a Tierramérica.
"Es una estrategia política que aspira a que los países industriales queden libres de sus deudas climáticas", agregó.
Pero la geoingeniería ya no pertenece al reino de lo descabellado y se está convirtiendo rápidamente en objeto de serios debates científicos e intereses comerciales.
En 2007, Tierramérica divulgó la noticia de que la empresa estadounidense Planktos intentaba arrojar 100 toneladas de partículas de hierro en el océano Pacífico, cerca de las ecuatorianas islas Galápagos –consideradas un santuario para el estudio de la evolución de las especies--, sin consentimiento de Quito.
Si conseguía probar que esta técnica permitía absorber dióxido de carbono, Planktos esperaba vender créditos de carbono. El proyecto fue frenado y la empresa puso fin a sus experimentos en la zona.
Al año siguiente, el CDB acordó una suspensión a todas las pruebas de fertilización oceánica.
A comienzos de 2010, el órgano científico del CDB propuso prohibir todas las actividades de geoingeniería relacionadas con el clima.
Sin embargo, ante el fracaso de las negociaciones internacionales para reducir los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, se renovaron los intereses científicos y políticos en estos experimentos
La Royal Society de Gran Bretaña, que reúne a algunos de los científicos más destacados del mundo, defiende las investigaciones en geoingeniería.
"Nos oponemos a una moratoria porque no queremos restringir esas investigaciones", dijo John Shepherd, climatólogo del Centro Nacional de Oceanografía de la británica Universidad de Southampton y miembro de la Royal Society.
"El cambio climático puede llegar a un punto desesperante que requiera medidas desesperadas, y por lo tanto deberíamos tener listas algunas buenas investigaciones sobre lo que pueda ayudar", sostuvo Shepherd, autor del informe 2009 de la Royal Society sobre geoingeniería.
El estudio concluyó que estas técnicas pueden ser necesarias para enfriar el planeta si fracasan los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono.
Se necesita investigar para determinar los riesgos y la efectividad de todo proyecto de geoingeniería, dijo a Tierramérica.
Llevar a cabo ahora cualquiera de estos experimentos "sería increíblemente prematuro", sostuvo Shepherd. Ése es el punto de vista de su institución, agregó.
En noviembre, la Royal Society celebrará en Londres el simposio "Geoingeniería: tomar el control del clima de nuestro planeta".
Inyectar sulfatos en la atmósfera es atractivo para los políticos porque su costo es muy inferior al de reducir la huella de carbono, escribió Clive Hamilton, del Centro para la Filosofía Aplicada y la Ética Pública de la Universidad Nacional Australiana.
Aunque ningún país promueve la geoingeniería, reconoció Hamilton, estos planes "eluden la necesidad de elevar los impuestos a la gasolina, permiten un crecimiento aún más irrestricto y no representan una amenaza al estilo de vida de los consumidores", sostuvo el autor del libro "Requiem for a Species" (Réquiem para una especie).
El ETC Group documentó los avances de varias ideas para controlar el clima en su informe "Geopiracy: The Case Against Geoengineering" (Geopiratería: Los argumentos contra la geoingeniería), presentado el día 19 en Nagoya. Allí se pregunta "quién tiene derecho a fijar el termostato planetario".
"Los países en desarrollo entienden que para controlar el termostato mundial no pueden confiar en los países ricos que no redujeron sus emisiones", dijo Mooney.
Es imposible evaluar los impactos potenciales de estos experimentos, agregó.
Se necesita una moratoria a las investigaciones de ingeniería climática a cielo abierto para dar tiempo a un debate internacional sobre sus impactos en la biodiversidad, la sociedad y la economía, expresó.
Los delegados presentes en Nagoya discuten la redacción de una suspensión. Un representante de Brasil dijo a Tierramérica que éste se ha vuelto un tema importante, mientras países como Canadá se oponen firmemente a toda prohibición.
"La geoingeniería no es una solución al cambio climático", concluyó la activista Silvia Ribeiro, del ETC Group.
"Sólo podría considerarse en situación de emergencia, y por lo tanto nunca puede ser redituable ni parte de ningún mercado de carbono", dijo a Tierramérica.
El debate científico se intensifica a medida que el cambio climático se hace más intenso y peligroso
EE.UU. propugna la geoingeniería para frenar el calentamiento global
El debate científico se intensifica a medida que el cambio climático se hace más intenso y peligroso
La Academia Nacional de la Ciencia de Estados Unidos (NAS) preconiza la aplicación de algunas de las propuestas diseñadas por la geoingeniería para frenar el cambio climático, señala The New York Times. Entre las medidas que se consideran más apropiadas se encuentra la fabricación de “sombrillas” especiales y ponerlas en órbita para contrarrestar los rayos solares, y conseguir que las nubes reflecten más luz solar hacia el espacio. La geoingeniería, un concepto acuñado en los años noventa en Estados Unidos y asumido por Europa hace dos años, continúa su proceso de implantación en la misma medida en que el calentamiento global se hace más evidente y peligroso, pero continúa suscitando un debate por las posibles consecuencias negativas de su aplicación. Por Marta Morales.
¿Cómo enfrentarnos al calentamiento global? En las últimas décadas se ha investigado mucho sobre el cambio climático, en un intento de paliar, evitar y solucionar un hecho que cada vez se hace más evidente: el planeta sufre una subida inusual de su temperatura global como consecuencia de la actividad humana, ajena al peligro que supone la explotación desmesurada de los recursos terrestres y el exceso de la contaminación que generamos.
En un comunicado, la National Academy of Sciences norteamericana advirtió a finales del mes de junio al Congreso de Estados Unidos que el calentamiento global actual no ha tenido precedentes en los últimos 400 años y, posiblemente, ni siquiera en los últimos dos mil años en lo que se refiere al hemisferio norte del planeta.
Un grupo de especialistas en el cambio climático fue tajante al hacer esta afirmación, demostrando que la realidad de la situación se hace patente cada vez más en fenómenos de la naturaleza, como los huracanes inesperados o el deshielo de las regiones polares de la Tierra.
¿Qué hacer para afrontar lo que podría suponer un desastre ecológico, económico y para las especies de todo el planeta? Aparte de las clásicas medidas de reducción de emisión de contaminación o de búsqueda de soluciones sostenibles, otras propuestas han sido lanzadas por los científicos, señala The New York Times: fabricar “sombrillas” especiales y ponerlas en órbita para contrarrestar los rayos solares, o bien conseguir que las nubes reflecten más luz solar hacia el espacio han sido algunas de ellas.
La geoingeniería, de ciencia-ficción a necesidad
Para la National Academy of Sciencies, estas soluciones, unidas sobre todo a la reducción de contaminantes y a la prevención del calientamiento global, deberían comenzar a ser consideradas seriamente. Entrarían en el concepto de geoingeniería o “ingeniería planetaria”, que supone la aplicación de la tecnología con el propósito de influenciar en las propiedades globales de un planeta.
El objetivo sería hacer de planetas deshabitados entornos habitables para la vida, y aunque esto suene a ciencia ficción, lo cierto es que tal vez sea aplicable a la solución de los problemas en la Tierra, que podría llegar a convertirse en un lugar difícilmente habitable como consecuencia del calentamiento global.
Así, diversos científicos han hecho ya sus propuestas de geoingeniería para paliar el efecto de nuestras propias acciones. Partiendo de la idea de que la Tierra reflecta hacia el espacio alrededor de un 30% de la luz solar que alcanza su superficie y absorbe el resto, quizá aumentar la luz que se reflecta podría contrarrestar el calor derivado del efecto invernadero, enfriando así el planeta.
The New York Times se refiere, por ejemplo, al astrónomo Roger P. Angel, de la University of Arizona, que ha diseñado un plan para poner en órbita pequeñas lentes que servirían para refractar la luz del Sol hacia el exterior de la Tierra. Serían trillones de lentes, de alrededor de un metro cada una, muy finas y con un peso ligeramente mayor que el de una mariposa.
Otra idea ha sido la de colocar cintas reflectantes que cubran los desiertos o “islas” de plástico blanco, que se harían flotar en todos los océanos, de manera que se pueda reflectar luz solar hacia el espacio, en lugar de que toda incida sobre la Tierra.
Aparte de la posibilidad de reflejar la luz, los científicos han llegado incluso a concebir que se abone el mar con hierro, lo que produciría que se generaran grandes extensiones de plantas que absorberían el dióxido de carbono y, al morir, lo arrastrarían con ellas hacia el fondo del océano. También la BBC ha dedicado un interesante artículo a las posibilidades de la geoingeniería.
Rechazo y pugna
Sin embargo, numerosos científicos aún rechazan la geoingeniería como posible fuente de soluciones, porque suponen que podría producir más efectos dañinos secundarios que beneficios.
Otros, en cambio, resaltan la importancia de estas novedosas ideas, así como la necesidad de que sean tenidas en cuenta por los gobernantes como remedios de urgencia, puesto que parece que las decisiones globales tomadas –como la del protocolo de Kyoto- no han sido respetadas por todos los países (Estados unidos no lo ha ratificado y China e India jamás lo han respetado).
Algunos especialistas enfatizan la importancia del cumplimiento de las normas medioambientales (así como crear fuentes energéticas alternativas) y que se exija que éstas se respeten, mientras otros señalan que se debe pensar de manera inmediata en alternativas de emergencia, teniendo en cuenta la ausencia de compromiso de algunos países.
Soluciones difíciles y, según algunos especialistas, impracticables, deberían aún así ser consideradas y experimentadas a fondo, por si las necesitamos algún día. De hecho, serían fórmulas únicas para reducir rápidamente el aumento de la temperatura, si llegara el momento en que el calentamiento global fuera irreversible.
Debate antiguo
El debate sobre las aplicaciones de la bioingeniería está en la prensa popular científica de Estados desde mediados de los años noventa, siendo uno de los más significativos el publicado por Popular Science el año pasado, por lo que la aparición del artículo del New York Times del mes pasado debe considerarse como una prolongación de este debate.
El debate sin embargo no es exclusivo de Estados Unidos. Está presente en Europa desde 2004, cuando la BBC y The Guardian publicaron algunos artículos a partir de que el Gobierno británico señalara que el cambio climático es una amenaza mayor que la que representa el terrorismo. El panel del cambio climático se ha referido también a la geoingeniería para evocar soluciones al problema del agua.
Diversas propuestas de geoingeniería han circulado en este contexto y las más importantes han sido recogidas por la American National Academy of Science en el informe Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Bases, que recomienda medidas correctivas del cambio climático utilizando aeronaves comerciales, militares y privadas. Global Research ha publicado asimismo un interesante análisis crítico de lo que ha dado en llamarse geoingeniería.
El debate científico se intensifica a medida que el cambio climático se hace más intenso y peligroso
La Academia Nacional de la Ciencia de Estados Unidos (NAS) preconiza la aplicación de algunas de las propuestas diseñadas por la geoingeniería para frenar el cambio climático, señala The New York Times. Entre las medidas que se consideran más apropiadas se encuentra la fabricación de “sombrillas” especiales y ponerlas en órbita para contrarrestar los rayos solares, y conseguir que las nubes reflecten más luz solar hacia el espacio. La geoingeniería, un concepto acuñado en los años noventa en Estados Unidos y asumido por Europa hace dos años, continúa su proceso de implantación en la misma medida en que el calentamiento global se hace más evidente y peligroso, pero continúa suscitando un debate por las posibles consecuencias negativas de su aplicación. Por Marta Morales.
¿Cómo enfrentarnos al calentamiento global? En las últimas décadas se ha investigado mucho sobre el cambio climático, en un intento de paliar, evitar y solucionar un hecho que cada vez se hace más evidente: el planeta sufre una subida inusual de su temperatura global como consecuencia de la actividad humana, ajena al peligro que supone la explotación desmesurada de los recursos terrestres y el exceso de la contaminación que generamos.
En un comunicado, la National Academy of Sciences norteamericana advirtió a finales del mes de junio al Congreso de Estados Unidos que el calentamiento global actual no ha tenido precedentes en los últimos 400 años y, posiblemente, ni siquiera en los últimos dos mil años en lo que se refiere al hemisferio norte del planeta.
Un grupo de especialistas en el cambio climático fue tajante al hacer esta afirmación, demostrando que la realidad de la situación se hace patente cada vez más en fenómenos de la naturaleza, como los huracanes inesperados o el deshielo de las regiones polares de la Tierra.
¿Qué hacer para afrontar lo que podría suponer un desastre ecológico, económico y para las especies de todo el planeta? Aparte de las clásicas medidas de reducción de emisión de contaminación o de búsqueda de soluciones sostenibles, otras propuestas han sido lanzadas por los científicos, señala The New York Times: fabricar “sombrillas” especiales y ponerlas en órbita para contrarrestar los rayos solares, o bien conseguir que las nubes reflecten más luz solar hacia el espacio han sido algunas de ellas.
La geoingeniería, de ciencia-ficción a necesidad
Para la National Academy of Sciencies, estas soluciones, unidas sobre todo a la reducción de contaminantes y a la prevención del calientamiento global, deberían comenzar a ser consideradas seriamente. Entrarían en el concepto de geoingeniería o “ingeniería planetaria”, que supone la aplicación de la tecnología con el propósito de influenciar en las propiedades globales de un planeta.
El objetivo sería hacer de planetas deshabitados entornos habitables para la vida, y aunque esto suene a ciencia ficción, lo cierto es que tal vez sea aplicable a la solución de los problemas en la Tierra, que podría llegar a convertirse en un lugar difícilmente habitable como consecuencia del calentamiento global.
Así, diversos científicos han hecho ya sus propuestas de geoingeniería para paliar el efecto de nuestras propias acciones. Partiendo de la idea de que la Tierra reflecta hacia el espacio alrededor de un 30% de la luz solar que alcanza su superficie y absorbe el resto, quizá aumentar la luz que se reflecta podría contrarrestar el calor derivado del efecto invernadero, enfriando así el planeta.
The New York Times se refiere, por ejemplo, al astrónomo Roger P. Angel, de la University of Arizona, que ha diseñado un plan para poner en órbita pequeñas lentes que servirían para refractar la luz del Sol hacia el exterior de la Tierra. Serían trillones de lentes, de alrededor de un metro cada una, muy finas y con un peso ligeramente mayor que el de una mariposa.
Otra idea ha sido la de colocar cintas reflectantes que cubran los desiertos o “islas” de plástico blanco, que se harían flotar en todos los océanos, de manera que se pueda reflectar luz solar hacia el espacio, en lugar de que toda incida sobre la Tierra.
Aparte de la posibilidad de reflejar la luz, los científicos han llegado incluso a concebir que se abone el mar con hierro, lo que produciría que se generaran grandes extensiones de plantas que absorberían el dióxido de carbono y, al morir, lo arrastrarían con ellas hacia el fondo del océano. También la BBC ha dedicado un interesante artículo a las posibilidades de la geoingeniería.
Rechazo y pugna
Sin embargo, numerosos científicos aún rechazan la geoingeniería como posible fuente de soluciones, porque suponen que podría producir más efectos dañinos secundarios que beneficios.
Otros, en cambio, resaltan la importancia de estas novedosas ideas, así como la necesidad de que sean tenidas en cuenta por los gobernantes como remedios de urgencia, puesto que parece que las decisiones globales tomadas –como la del protocolo de Kyoto- no han sido respetadas por todos los países (Estados unidos no lo ha ratificado y China e India jamás lo han respetado).
Algunos especialistas enfatizan la importancia del cumplimiento de las normas medioambientales (así como crear fuentes energéticas alternativas) y que se exija que éstas se respeten, mientras otros señalan que se debe pensar de manera inmediata en alternativas de emergencia, teniendo en cuenta la ausencia de compromiso de algunos países.
Soluciones difíciles y, según algunos especialistas, impracticables, deberían aún así ser consideradas y experimentadas a fondo, por si las necesitamos algún día. De hecho, serían fórmulas únicas para reducir rápidamente el aumento de la temperatura, si llegara el momento en que el calentamiento global fuera irreversible.
Debate antiguo
El debate sobre las aplicaciones de la bioingeniería está en la prensa popular científica de Estados desde mediados de los años noventa, siendo uno de los más significativos el publicado por Popular Science el año pasado, por lo que la aparición del artículo del New York Times del mes pasado debe considerarse como una prolongación de este debate.
El debate sin embargo no es exclusivo de Estados Unidos. Está presente en Europa desde 2004, cuando la BBC y The Guardian publicaron algunos artículos a partir de que el Gobierno británico señalara que el cambio climático es una amenaza mayor que la que representa el terrorismo. El panel del cambio climático se ha referido también a la geoingeniería para evocar soluciones al problema del agua.
Diversas propuestas de geoingeniería han circulado en este contexto y las más importantes han sido recogidas por la American National Academy of Science en el informe Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Bases, que recomienda medidas correctivas del cambio climático utilizando aeronaves comerciales, militares y privadas. Global Research ha publicado asimismo un interesante análisis crítico de lo que ha dado en llamarse geoingeniería.
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